Por: Giselly Landazuri Parra – Atleta bolivarense, campeona nacional de atletismo
Especial para PrimerTiempo.CO
“Al llegar a la Boquilla en el 2004, el panorama no pintaba bonito, pero mi deseo por ayudar era más fuerte que el cielo gris”. Estos fueron los pensamientos de la profe Yenny, como la llaman sus estudiantes en este corregimiento, que por años ha estado olvidado por la sociedad y solo lo miran como un lugar paradisiaco, donde los visitantes van disfrutar de sus playas y alrededores. Sin embargo, la profe Yenny vio algo más: encontró una comunidad con muchas necesidades, pero con ganas de salir adelante. Ese fue su motor para impulsar su proyecto: “incentivar y motivar a los jóvenes a practicar deportes y cambiar su estilo de vida y mejorar su entorno social”.
La profe Yenny, es licenciada en educación física y entrenamiento deportivo de la Universidad del Magdalena en convenio con la Universidad del Tolima, y decidió poner ese conocimiento al servicio de la comunidad.
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Al explorar el lugar, esta mujer valiente encontró muchas dificultades para desarrollar su trabajo; le surgieron muchas dudas sobre las actividades a desarrollar con los jóvenes: “¿Cómo poder llevarlos al Chico Hierro? ¿En que podrán irse a los entrenamientos?”. Los alumnos eran de escasos recursos, no tienen muchas veces para comer y menos tendrían para ir a entrenar. “Así que, se me ocurrió entrenarlos en mi casa y en su misma comunidad. Por ende, adecúe mi casa como escenario y hogar para pudieran adelantar sus prácticas. Agradezco mucho a la liga de pesas de Bolívar por prestarnos los implemos para los entrenamientos”, recuerda.
En sus años como deportista, la profe Yenny aprendió a sobrevivir, luchar, ser resiliente y sobre todo a nunca renunciar a nada en la vida, y menos a transformar vidas a través del deporte. Cuando tenía 13 años de edad, decidió ser deportista y ayudar a otros a serlo con la misma pasión y dedicación por cambiar las historias de las personas.
“Yo fui deportista selección Colombia de altos logros de levantamiento de pesas y llegué a Cartagena a representar a Bolívar, lo logré por muchos años. Y tiempo después ingresé a trabajar al Instituto Distrital de Deporte y Recreación –IDER- y ellos me enviaron a La Boquilla. Al llegar no vi playa y arena, sino una comunidad luchadora y jóvenes que no han tenido muchas oportunidades en la sociedad, pero con un fuerte anhelo de salir adelante a pesar de las adversidades”.
En 2005 empezó a realizar visitas a las familias boquilleras y se dio cuenta que el deporte podría cambiar el entorno de esta comunidad, exactamente en la disciplina en que ella se formó como deportista: la Halterofilia o levantamiento de pesas, que consiste, en levantar una barra con discos en dos movimientos (arrancada, clean y jerk). Es un deporte caracterizado por la fuerza.
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Actualmente la profe Yenny tiene alrededor de 45 niños y niñas entrenando en su casa. “Nosotros practicamos todos los días en la mañana y en la noche, cuando yo regreso de trabajar. Ellos siempre me están esperando allí y se han vuelto parte de mi familia; ese es mi diario vivir. Yo los entreno con mucho amor y dedicación, porque amo mi trabajo, amo lo que hago y quiero brindarles la posibilidad de que tengan otros estilos y nivel de vida, que disfruten otras cosas que hacer y ocupen sus tiempos libres de la mejor manera”, comenta.
Yenny, finalmente es una persona de paz a través del deporte, y por eso donde llega siempre está buscando talentos, como lo hizo en el Colegio Comfenalco Cartagena, International School y lo continúa haciendo en la Boquilla con los programas deportivos del IDER.
“Cuando llego allá me doy cuenta que la población tiene muchas necesidades, conflictos sociales, embarazos a temprana edad, drogas, etcétera. Es por eso, que se me ocurrió una estrategia, para apartar a los niños de esos conflictos que hay en la población. Entonces, aparte de tener el núcleo del IDER, empecé a trabajar con el énfasis de pesas, que también es un proyecto del Instituto. Por esta razón, comencé a incorporar niños y niñas desde los 9 hasta los 17 años, que son las edades donde los jóvenes corren más riesgos de caer en los flagelos de violencia y dependencias de las sustancias psicoactivas. A partir de ahí, comencé a trabajar en ese proyecto y he sacado de la Boquilla deportistas de talla regional, nacional e internacional”, dice con orgullo.
“Mi iniciativa ha creado muchas expectativas en la Boquilla, porque un compañero trae otro y así resulta tener toda una red deportista y potenciales personas que crearan un gran valor a la sociedad a través del deporte. También tengo un grupo de mujeres personalizados y le has gustado la idea, porque yo he sido muy abierta, y nunca me quedo quieta, sino que siempre estoy buscando traer más persona al deporte y dándole la oportunidad a todo el mundo de realizar sus prácticas y no solamente a los jóvenes sino a mujeres adultas, niños con discapacidad. También, creé en 2019, una Fundación llamada Una Aventura Mágica, gestionando recursos para cambiarle todo a estos chicos, ambiente familiar, y deportivo”.
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Al transcurrir los años, los excelentes resultados de su trabajo hablan por sí solos, y ellas lo cuenta con mucho ánimo. Hay que mencionar, además, que el deporte no solo debe ser visto como diversión, sino como un arma de paz que cambia vidas. “Porque ellos no solamente se educan y fortalecen, sino que también cambia la conducta agresiva, porque cuando ellos vienen a entrenar sacan todo ese sentimiento que tiene y se vuelven mejores personas, más amables, más comunicativos porque la relación social hace parte del deporte, su estilo de vida con base al respeto y valores. Porque mi función no es solo formar deportista sino personas integrales”.
El bienestar siempre debe ser visto de forma colectiva. “Los sueños de los deportistas de la Boquilla y el mío, es tener un escenario adecuado para practicar pesas en la comunidad y contar con todas las herramientas para ser los mejores de Colombia”, comenta la profe.
El deporte es una herramienta de transformación e inclusión social. A lo largo de la historia, el deporte ha sido usado como un instrumento de paz, unión y diversión, como los Juegos Corregimentales, los Juegos Nacionales, y los Juegos Olímpicos.
“Por medio del deporte cambiamos nuestras vidas, nuestros hábitos, nuestra salud, nuestra forma de mirar las cosas y lo he vivenciado a cada momento con las niñas y allá los mismos niños vienen con historias diciéndome: ‘Seño esta niña tiene problemas de drogadicción, mire que mi amiguita tiene 13 años y ya está embarazada’, y entonces todo esto el deporte lo cambia, y yo soy ejemplo de eso, porque yo era una niña con muchas curiosidades y en Santa Marta me incline por el atletismo, fui velocista de 100 mts planos y después llegue a pesas; mi vida ha cambiado, el deporte ha cambiado mi existencia totalmente y así como me paso a mí, quiero cambiarles la vida a todos los jóvenes de La Boquilla por medio del deporte, esa es mi meta y propósito”, sostiene Yenny.
Hoy día, Yenny Zúñiga sigue transformando vidas a través del deporte y ganando la guerra que más hace daño: la indiferencia.